lunes, 29 de septiembre de 2014

Día 9 - Mansilla de las mulas a León– 18 Km.




Definitivamente utilizar el bastón de un solo lado comprometió mi pierna derecha. El jueves 10 de octubre de 2013 llegué a la ciudad de León con la rodilla y el tendón derechos muy adoloridos y además con una ampolla en el pie.
León es la ciudad más grande entre Burgos y Santiago. Decido entonces tomar un día para descansar y retomar la caminata para el sábado. Así aprovecho y conozco el lugar con más gusto y tiempo.
Me costó hallar el albergue pues el municipal ya estaba al tope. Después de dar muchas vueltas logré encontrar el centro San Francisco de Asís, utilizado principalmente durante el año para hospedar a jóvenes futbolistas, además de a los peregrinos del camino.
El posadero que me recibió le llamó la atención la cruz que había comprado en las ruinas de san Antón: “Es la cruz de san Francisco”, me dijo.
Me tocó la habitación 407 por 10 euros. Y adivinen quién llegó al cuarto, pues Juan Carlos, el peregrino de Madrid que había dejado atrás días antes. Lo acompañaba Crístofer, un peregrino inglés que estaba perfeccionando su español para luego de hacer el camino visitar Guatemala.
Luego de bañarme y ordenar mis cosas en la habitación fui a una farmacia a comprar crema para el dolor de pie y bandas especiales para las ampollas. Después pude devorar una hamburguesa en Burguer King.
Antes del anochecer fui a visitar la catedral de León y hasta subí en un tour para ver sus vitrales de cerca, con sus tres etapas de formación: gótica, gótica florida y renacimiento.
Después fui a dos museos. En uno de ellos vi un sarcófago egipcio. El encargado del museo me explicó el origen de varios objetos de la muestra: provenían Etiopía donde posiblemente se conserve el arca de la alianza, llevada allí por el hijo del rey Salomón con la reina de Saba.
De regreso al albergue me topé con Juan Carlos y otra peregrina y nos fuimos de tapas y cervezas. En la noche volvimos a salir, esta vez con Crístofer, a ver fútbol y tomar cerveza.
Aprendizaje del día: El dolor te libera de “lo que hay que hacer” pues debes prestarle atención a lo que te hace único.



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