viernes, 25 de julio de 2014

Antes del viaje





Por @Joaquin_Pereira

Una vez establecido los días disponibles para la caminata y cuadrados los recursos para costear boletos de avión y tren y los viáticos mínimos, lo primero que hay que determinar  es el punto adecuado de partida del recorrido.
Dado que sólo disponía de 21 días para caminar y siguiendo el consejo de calcular 25 kilómetros diarios, establecí la ciudad de Burgos como inicio de mi camino: casi 500 kilómetros hasta Santiago de Compostela.
Semanas antes de partir a España me dediqué a tres actividades prioritarias: organizar el equipaje, leer datos informativos e históricos sobre el camino y obtener recomendaciones para realizar una caminata de ese esfuerzo. 
En Internet hay muy información muy útil, en las librerías hay varias guías y libros sobre el camino pero lo más importante es conversar con otros peregrinos que lo hayan realizado: en mi caso me ayudó mi alumna Lidia Coronado no sólo con datos prácticos para hacer más llevaderas las jornadas sino que me prestó el morral que utilicé. 
Recomiendo que utilicen un morral que se ajuste firmemente a su espalda. El que usé no lo hizo y fue una molestia que tuve que soportar con periódicos y tediosos reajustes de la carga. 
De todo el equipaje que requerirán lo más importante son los zapatos: no escatimen en gastos a la hora de comprarlos. En el mercado hay modelos con ventajas tecnológicas anti fatiga que aunque encarecen el costo se convierte en una inversión prioritaria.
No se preocupen por aligerar el peso del morral a la hora de planificarlo… cuando estén caminando tendrán que botar o regalar lo que puedan para poder cumplir con sus objetivos diarios. Según como sean sus primeros días sabrán cuanto peso se les hace manejable.
Para poder tener acceso a las posadas hay que solicitar una credencial que luego será sellada en cada albergue. Hay varias asociaciones de amigos del camino que las otorgan: yo solicité la mía a un grupo de Madrid.
Una vez organizado el equipaje y cuadradas las fechas del viaje lo que hay que hacer es practicar caminatas en tu país de origen. Los peregrinos recomiendan que se realicen con un peso similar al del morral que usarás efectivamente para irte preparando psicológicamente al esfuerzo. 
En mi caso opté por hacer caminatas largas pero sin morral. Me acuerdo que una de estas prácticas la hice el 24 de julio de 2013: cuando llegué a mi casa y encendí el televisor vi las noticias sobre el descarrilamiento de un tren en Santiago de Compostela que produjo decenas de muertos y heridos. Un año después tuve en mi taller una alumna que por aquellos días estaba haciendo la ruta Quetzal; me dijo que uno de sus compañeros cuando terminó la actividad tomó el tren que se accidentó: sobrevivió y lo único que conservó de su equipaje fue una agenda ensangrentada donde había anotado el diario de su viaje.
Como parte de mi preparación también pude realizar una caminata especial de 12 kilómetros que se hace en el pueblo de El Hatillo el sábado luego del día de San Santiago (25 de julio). 
No debo dejar de comentar que para el momento en que hice el camino tuve que sufrir el engorroso trámite de obtención de divisas en Venezuela. Tuve suerte en realizar el camino en otoño de 2013 puesto que en el 2014 los precios de los boletos aéreos se dispararon haciéndose casi inaccesibles.  
Aunque las posadas para peregrinos tienen costos muy económicos hay que contar con un respaldo por si se requiere pernoctar en un hotel por cansancio o por falta de plazas en los alberges municipales (cosa que es difícil que ocurra).
No escatimen en organizar y planificar su viaje pero una vez que sus pies estén en el misterioso Camino de Santiago esperen situaciones inesperadas: estarán protegidos por una fuerza bondadosa que los guiará. También contarán con lo que se conoce como el “correo del camino”: los datos que los peregrinos se van intercambiando de boca a boca; no te aísles y escucha las recomendaciones.
Confíen. Les deseo Buen Camino.