jueves, 18 de septiembre de 2014

Día 2 – Burgos a Hornillos del camino –18.5 Km



Por @Joaquin_Pereira 

Antes de salir el sol del 3 de octubre de 2013 ya estaba levantado y listo para iniciar mi primera jornada de caminata. Como acordé el día anterior me reuní con el japonés-brasilero para que me ayudara a encontrar a la mejor amiga del peregrino: la flecha amarilla.
Dentro de la ciudad de Burgos, la señal cambia por una concha plateada empotrada estratégicamente en las calles por donde deben transitar los caminantes.
Por haber caminado sin medias ayer en mi visita a Burgos, tuve una primera ampolla que durante la noche se curó, pero tomé buena nota para que no me ocurriera lo mismo más adelante. 
Al tener varios minutos caminando me doy cuenta que debo aligerar el peso de mi morral y evitar dejar objetos guindando que me molesten. 
El japonés-brasileño tenía como meta recorrer 40 Km diarios porque luego de llegar a Santiago quería seguir hacia Portugal. Por lo que avanzando el día tuvimos que despedirnos. 
No sé qué gusto tiene hacer un camino a toda velocidad como si fuera un rally. Se supone que debería ser un espacio que ayude a la reflexión interna. Y esa es una de las primeras lecciones que obtuve del camino: cada uno debe seguir su propio ritmo.
En un café me conecté a Internet: el cordón umbilical con mi “vida anterior al camino” aún no quería romperse. 
El paisaje del día mayoritariamente fue de campos solitarios con algunas elevaciones.
El albergue de los Hornillos es más sencillo que el de Burgos. Se encuentra al lado de la Iglesia del pueblo. Como me daría cuenta con el transcurso de los días: los cementerios de los pueblos pequeños estaban adosados a su principal iglesia: ¿una forma de estar más cerca del cielo? Me recordó de alguna forma a los faraones egipcios. 
Mi comida en la jornada consistió en croissant, naranja, maní, atún y pan.
Recorriendo las pocas calles que conforman al pueblo me doy cuenta que lo que abunda es el viento… viento que espantó a los jóvenes.
Calculando la distancia que me separa de Santiago tomo nota que debo hacer más kilómetros diarios por lo que debo aligerar mi peso del morral: dejaré en el albergue la manta, el pijama, medias, papel tualé y franela.
Después de lo “opulento” de Burgos, lo “humilde” de Hornillos fue shockeante. Comprendí que lo más importante en Hornillos del Camino era yo: no hay distracción para que trabajes en ti mismo.

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