viernes, 26 de septiembre de 2014

Día 6 - Carrión de los Condes a Terradillos de los templarios – 27 Km.




Pude disfrutar de la Vía Láctea en todo su esplendor en la madruga del lunes 7 de octubre de 2013. Tuve que cargar con ropa mojada pues no se había secado de la noche anterior. Aproveché el intenso sol para secarla al colocarla sobre mi morral.
La primera recta de la caminata fue muy fuerte por el calor y lo largo del trayecto. Me insolé las piernas por usar pantalones cortos. 
Se me acabó pila de Ipod por lo que sólo me acompañaron mis pensamientos durante el camino: lo bueno es que me encanta estar conmigo mismo en soledad. Los peregrinos estaban también cada uno en su mundo: pendientes de ver quién llega primero a la próxima posada.
Después de la carretera “infernal” me consigo con un pueblo que yo llamo “de los pájaros” porque cada casa tiene muchos: Calzadilla de la Cueza. Fue la recompensa alada y musical para una jornada dura y difícil.
En una de mis paradas para comer y reponer fuerza vi un noticiero de televisión y me impresioné de las novedades del mundo frío del que me he alejado un rato mientras hago el camino de Santiago: 50 muertos en protesta en Egipto; rescatan cadáveres de naufragio en Italia; niño de 16 años mata a su madre; mujer mata a su esposo por droga.
Cuando llego al albergue templario Jaques de Molay me recibe María, una joven alegre y amable con peinado punk. El albergue tiene 20 años de fundado y está regentado por Mariza. 
Cada habitación tiene el nombre de un templario famoso: 1 Godofredo de Bisol, 2 Hugo Rigaud –la que me toca-, 3 Godofredo de Saint-Omer, 4 Thibaud Gaudín, 5 Payen de Mondidier.
Para decorar el albergue usan símbolos templarios: la cruz templaria y la piedra central de arco de puerta.
Es un gustazo escuchar el escándalo de los pájaros en el patio. Ellos lo han convertido en un oasis en medio de un paisaje tan agreste.
Entre las ventajas del albergue se encuentra el poder usar secadora, así que no me arriesgo a que me pase lo del día anterior y pago para usarla.
En el grupo de peregrinos que comparten el lugar está la ecuatoriana y veo que usa la franela que le regalé para aligerar mi mochila. Esta franela la compré en Quito cuando fui a recibir un premio de fotografía de la ONU, tenía estampada una reproducción de una pintura de un famoso pintor ecuatoriano, Oswaldo Guayasamín.
Durante el día pude comer cruasán, pan con tortilla de chorizo, cerveza, coca cola, helado, café y torta. Gasté 10 euros en la cena, 7 euros por la cama, 4 euros por la secadora y 3 euros en un café con torta.
Tomo nota para aumentar el kilometraje recorrido para poder cumplir la meta de llegar a Santiago antes del 25 de octubre. También debo administrar los menguados euros que me quedan, no puedo confiarme en la tarjeta de crédito dado lo inestable de la situación de mi país con respecto al uso de las divisas en el extranjero.

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