domingo, 12 de octubre de 2014

Día 22 - Arzua a Monte de Gozo – 34,5Km.


Por @Joaquin_Pereira

El último tramo siempre hay que hacerlo solo: como aquella audición musical o entrevista de trabajo; la vida nos coloca en el último tramo solo para que nos demos cuenta de nuestra propia fortaleza. 
El miércoles 23 de octubre de 2013 me despedí de la brasileña que deseaba hacer menos kilómetros por día. Aunque volví a encontrar a Santiago en O Pedrouzo debí volver a despedirme con un pensamiento en la cabeza: 40 kilómetros a Santiago de Compostela y un día para caminar.
Cuando pasé junto al aeropuerto de Lavacolla viví una experiencia alucinante. Estaba distraido con una cerca llena de cruces de madera puestas por los peregrinos cuando sin preverlo un avión de pasajeros grande pasó por encima de mí muy cerca.


Más adelante en un café coloqué mi concha en la vara y al tropezarla cayó al suelo y rompió el símbolo de la peregrinación. Era un aviso de que pronto retornaría al mundo frío y a la dictadura violenta de Venezuela: el 2014 sería especialmente sangriento para los venezolanos. La caída y rompimiento de la concha era un aviso y una protección: un mal en mi contra se había evitado. 
Al llegar al llamado Monte de Gozo –desde donde se ve a Santiago de Compostela-, me quedé en albergue municipal: atiende Berta, es simpática.
Aún tenía que recorrer 4,5 kilómetros hasta la catedral y deseaba asistir a la misa de los peregrinos. Así que decidí cambiar la hora de mi regreso a Madrid para la tarde del día siguiente y no en la mañana como estaba fijado. Todo está atado y bien atado, hasta las situaciones que nos parecen malas ocurren por un bien mayor. Luego lo entendería.


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