sábado, 4 de octubre de 2014

Día 14 - Rabanal del Camino a Molinaseca – 24,5Km.



Por @Joaquin_Pereira

Hay partes del trayecto que son angustiantes: la mochila se hace insoportable y el camino avanza lento. Así fue el martes 15 de octubre de 2013.
El camino de Santiago es como una vena por donde transcurre la sangre de los peregrinos que hacen su trayecto. Hay un poblado en los montes de León de nombre Foncebadón  que estuvo abandonado mucho tiempo hasta que resurgió a finales del siglo XX con el aumento de las peregrinaciones. 
Al salir del poblado se llega a una cruz de hierro colocada sobre un poste de madera que es sostenido por cientos de piedras traídas por los peregrinos de todo el mundo. Es muy conmovedor ver las fotos y mensajes dejados por los caminantes en homenaje a un ser querido. La lluvia pertinaz que caía en el momento de mi llegada a la cruz hizo el momento más emotivo. Leí una oración ante la cruz y colaboré con varios peregrinos para tomarse una foto. 


Agradezco haber tenido el poncho para protegerme de la lluvia. Tenía pastillas de Ibuprofeno y pensaba que me ayudarían con la gripe, luego me enteré que eran antiinflamantorio y no antipirético.  
El albergue de Molinaseca costó 7 euros. En una cartelera se podían leer artículos sobre el dueño del recinto donde se aseguraba que profetizó al papa Francisco.
Durante el día tomé dos cafés por 2.20 euros y comí dos naranjas, una lata de sardina y chocolates. En la cena disfruté de una sopa, aceitunas en lata, ensalada y semillas variadas.
Un peregrino en el alberge me dio una buena noticia: aparentemente los próximos cuatro días no habría lluvia. Eso esperaba puesto que aún me faltaban 211,5 kilómetros hasta Santiago y sólo tenía disponibles ocho días de camino. La gripe no me abandonaba.


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